La sal es un mineral necesario en nuestra dieta y un condimento imprescindible en la mayoría de recetas, ponemos sal a nuestros platos para realzar el sabor de los alimentos y hacerlos más apetecibles. Lograr el correcto punto de sal es un pequeño reto al que nos enfrentamos a diario y del que podemos salir airosos si tenemos en cuenta estas sencillas ideas:
Cuando ponemos sal a un alimento, la sal penetra en el alimento, rompe sus fibras y hace que sus jugos salgan a la superficie. Así que:
- Si estamos cocinando a la plancha piezas pequeñas, es mejor salarlas al final para evitar que pierdan todos sus jugos.
- Si estamos cocinando piezas grandes, es mejor salarlas al principio para ayudar a romper sus fibras y que queden más tiernas.
Las cocciones largas favorecen la concentración de sabores. Así que:
- Si el plato que estamos preparando va a estar mucho tiempo al fuego, es mejor ser prudente con la sal que se le pone al principio, y rectificar el punto de sal al finalizar la cocción.
El reposo aumenta la concentración de sabores. Así que:
- Si estamos preparando un plato que vamos a consumir más tarde o incluso mañana, conviene poner un poco menos de sal de la que pondríamos si lo fuésemos a tomar ya.
Estas tres ideas sobre el poder de la sal, se traducen a la hora de cocinar nuestras recetas de arroz de la siguiente manera:
Cuando cocinemos caldos para nuestros arroces, es interesante salar un poco los ingredientes para que suelten sus jugos con facilidad, pero tendremos cuidado de no pasarnos con la sal puesto que los sabores se concentrarán durante la cocción y el posterior reposo hasta que vayamos a usar los caldos.
Cuando cocinemos carnes que tomaremos en guisos de arroz, salaremos las piezas antes de su cocción para que suelten sus jugos y se ablanden.
Cuando cocinemos carnes o pescados a la plancha que luego acompañaremos con arroz como guarnición, tendremos en cuenta el efecto de la sal en la pérdida de jugos del alimento y salaremos al principio o al final de la cocción según su tamaño.
Recordemos que la Organización Mundial de la Salud recomienda una ingesta máxima de 6 g de sal al día. Para calcular la sal que tomamos, tendremos que tener en cuenta no sólo la sal que añadimos a nuestros platos si no también la que contienen los alimentos que compramos ya preparados.
Podemos disminuir nuestra ingesta de sal recurriendo a otros condimentos y especias que realcen también el sabor de los alimentos, tales como vinagre, zumo de limón, pimienta, pimentón, etc que nos ayudarán a comer con menos sal.