Las madres deben de tener súper poderes, dicen. Aunque no es algo que pueda demostrarse, mucha gente piensa que, mientras sus hijos duermen, asisten a algún tipo de ritual, a algún laboratorio secreto o quizás a un campo de entrenamiento nocturno donde reciben, de algún modo, esas habilidades que sólo tienen las madres. Por eso todas las madres del mundo comparten frases lapidarias: “¿Dónde va a estar? ¡Pues en su sitio!”, “Cómo me hagas levantar y lo encuentre…”, “Lleva algo de abrigo, que está refrescando”. El origen debe ser el mismo para todas ellas, ¿no?
Cuando los hijos miran a sus padres, creen que vienen de otro planeta y que se visten en otro universo, pero la realidad es distinta: además de tener un sexto sentido, que les hace estar alerta de todo lo que ocurre en torno a sus hijos, los padres parecen saberlo todo. Porque antes de ser madres y padres… ellos también fueron hijos de alguien. Sus hijos de ahora nunca lo aceptarán, pero ellos también fueron adolescentes y también escuchaban música, aunque no en la mesa. Eso nunca.
Les parece un poquito extraterrestre, eso de los auriculares. ¡Vaya, si han cambiado las costumbres! Es seguro que, cuando un hijo adolescente se sienta a la mesa con los auriculares puestos y la música a todo trapo, seguramente no estará escuchando lo que le gusta a sus padres, que a lo mejor son más de Conchita Velasco, que entonces era Conchita, o Camilo Sesto. Pero las diferencias de costumbres, de generación, de gustos… no tienen por qué desatar una guerra en la mesa. Que de eso saben mucho las madres. Y cuando un padre le suelta con cara de yogur “En nuestra época éramos más educados”, la madre reacciona con salero y algo de mala leche. Porque el autista musical no entenderá la indirecta. Es mucho mejor ponerle humor al asunto y pellizcarle un poquito el orgullo: “Y teníamos auriculares más pequeños”. Mirada incrédula, chiste al respecto,… situación de crisis controlada.
Así es. Ningún padre nace siéndolo. Todos han pasado por donde nosotros creemos ser los primeros y, cuando creemos ser súper modernos, contestatarios e incomprendidos, ellos nos recuerdan que tienen súper poderes y que, aunque no lo aceptemos, siempre estarán un paso por delante de nosotros. ¿Por qué? ¿Cómo que por qué? “Pues porque soy tu madre… y punto”. Que eso es algo que sabe todo el mundo.